lunes, 3 de octubre de 2011

ESA NIÑA QUE SE LLEVA DENTRO

Como rayo que entra por la mañana en la habitación con energía dorada, así se va despertando la niña interior que llevamos dentro, esa niña que se le fue el encanto por ser mujer, aunque ella no lo sabia que vendría o que llegaría el día en que eso ya se arreglaría, pero claro tendría que dejar de ser niña.
Esa niña dulce y pequeñita, que a veces a gritos se desgañita, para que se le escuche bien, no sea que alguien este sordo y que no la sepa comprender o entender.
Pero esa, esa mujer de meriendas dulces, con su pan y chocolate, que no supieron entender, esa, esa mujer que quisiera ser otra vez niña para ver si la pueden volver a entender. Pero no sabes preciosa mía que con el tiempo volvemos a ser niños, para que nos sepan comprender.
Además la niña interior que llevamos dentro, esa, esa no la solemos perder, pues la luna con su energía plateada nos suele proteger, de males y pesares, para y por nuestro bien.
Niña de la noche que cambia su piel por el terciopelo del color de la hiel, con miedos por si se tiene que esconder, pero esconderse ya de quien, si el color de la hiel es verdoso y con eso te sueles proteger. Niña que pasaba malas noches por no saberse defender de todos aquellos tiranos que llamamos humanos, y que siempre están para escocer con sus malas palabras, ademanes y gestos. Pero a esos, que los protege si existe Dios porque  no dejan de darse codazos.
Que la niña ya se va poco a poco liberando y subiendo como la espuma, encima de la cresta de la ola. Ya no encoge su cabeza como el avectruz si no que le echa cara como el bendito sol de la mañana, cuando en el invierno esta helado y se agradece como calorcillo que sale de la chimenea al quemar los troncos, de esos árboles que se mantienen fuertes y robustos y que no se inmutan aunque les haga viento, lluvia, frío, agua o tormenta.

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