lunes, 29 de agosto de 2011

PANES, BOLLOS, LECHE Y QUESO, PARA COMPARTIR


Como voy caminando a pasitos de gigante, pues aunque soy grande tengo el alma pequeñita y humilde, como la noche cuando con esa luna que esta llena de vida, grande y redonda cual noria girando y girando, hasta que se escucha el amanecer de la mañana, con los gorriones y jilgueros cantando y anunciando que llega el alba, como el gallo con su kikiriki despierta a todo aquel que se afana en madrugar para empezar un nuevo día y en ese campo a trabajar.


 Con verdes prados llenos de hermosas vacas blancas y negras, rojas, como las lleva el pastor en su caballo hacia el prado mar arriba en la montaña, para que coman cual hierba fresca de la mañana, cargadita de rocío de la madrugada, subid, subid que cuanto más arriba la hierba es más fresca, pues la rocían mas las nubes que están mas cerca, ese pastor que no se cansa y que a mitad de su camino descabalga de su hermosa montura pues anda si esta ahí el pastor de las ovejas y cabras, de buen hermano es saludar a quien ponen en su camino, y muy contento dice:
 --Buenos días, vecino--,


 Y él muy de mañana dice que sean buenas vecino, quiere compartir conmigo el buen desayuno de esta mañana que ya refresca, con esta leche fresca que aunque recién ordeñada está todavía templada, y sí vecino Antón, que yo le comparto mi queso de cabra y mi hogaza de pan de la mañana, recién traído de la tahona de la Eufrasia, que cuando llego me da los buenos días y me regala este hermoso bollo para la merienda, por ser mi primer vecino de la mañana.

Así entre panes, bollos, queso y leche, se les va pasando parte del día que mas tarde se despiden hasta la madrugada. Uno tira con las ovejas y cabras para abajo que hay mas ramas y el Eustaquio hacia mas arriba que hay mejores pastos para las vacas. Y así como el que no quiere se les va parte de la mañana, y cuando menos lo esperan llega la hora de la comida dando buena cuenta de lo que les queda de los panes, bollos, leche y quesos.

Así uno en las alturas y más cerca de la luna y otro en las bajuras y mas cerca de la tierra les cae la tarde-noche y bajan presto cada uno con sus ovejas y cabras, y vacas, para cenar en casa y guardar en los corrales su ganado para protección de las alimañas.
 Así cada cual cena en su casa y se van a la cama hasta que el alba vuelve a cantar el gallo de la mañana, con su ya sabido kikiriqui, "que el día ya esta aquí".
Y así vuelta a empezar con las ovejas y cabras del vecino Antón, y las vacas del vecino Eustaquio.

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