lunes, 28 de mayo de 2012

De olvidados recuerdos, partió incansable el músico que tocaba en la cuerda floja.
Ciego como el negro de la noche oscura y sin estrellas.
Lobo que sobresalía de la manada, en las noches de luna llena, con sentimiento de gozo y desdicha plena.
Aroma de esencia estrujada, como cuerdas rotas de una guitarra.
Llanto sin consuelo por echarlo de menos, días inolvidables de juventud.
Noches floridas, de primaveras engalanadas; veranos de calurosos atardeceres ; otoños de días de campo por todos los Santos e inviernos fríos y húmedos.
De incansable idas y venidas por el parque de los sueños encantados.
Ecos que resuenan por las estrechas calles, ya casi olvidadas.
Llanto de persona callada, retumbar de truenos con tormentas pasadas. 
Días de esperanzas que se vienen a mi memoria y que todas ellas seras recibidas con gloria.

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